La semana pasada hicimos en mi instituto una nueva asamblea y colocamos una urna abierta 24 horas para que se pronunciase el profesorado sobre: a) Huelgas el 19 y 20 de octubre; b) Jornada de lucha el 19 y huelga el 20. Los resultados fueron: por la opción a) 18 personas, por la opción b) 23 personas, y 2 nulos, de un claustro de 67 profesores/as, de los cuales han participado en las huelgas anteriores entre un 88 y un 71 %. Es evidente que cierto nivel de división ha empezado a cristalizar en un colectivo que ha estado muy unido, que se lleva bien y que ha participado con entusiasmo en las movilizaciones. Supongo que situaciones parecidas se estarán dando en algunos otros centros, aunque sé que en muchos otros no es así. La pregunta es ¿qué está pasado?
HASTA AHORA TODO IBA BIEN
Las cosas se han hecho razonablemente bien, porque íbamos unidos. Las movilizaciones de los institutos públicos madrileños han puesto en pie un formidable movimiento del profesorado en defensa de la Educación Públicas. Las huelgas del 20, 21 y 22 de septiembre primero y las del 4 y 5 de octubre después, con un seguimiento de entre el 70 y el 80%. Las grandes manifestaciones del 14 y 20 de septiembre y del 4 de octubre, con más de 70.000 personas. Las asambleas con las familias en la mayoría de los centros, la huelga de estudiantes y la consiguiente manifestación de muchos miles de alumnos/as. La realización de varias decenas de encierros en los propios institutos, los cientos de pancartas en las fachadas de los centros públicos, las acciones imaginativas y descentralizadas en zonas y localidades, la inmensa marea de camisetas verdes, en suma, pone de manifiesto la determinación para exigir la retirada de las instrucciones de comienzo de curso. Éstas, además de dejar en la calle a miles de profesores y profesoras interinas, deterioran las condiciones de trabajo de los docentes y suponen un retroceso en la calidad de la educación.
Hace muchos años que no se veía un nivel de participación en las huelgas y en la calle tan masivo, así como tanto debate en las asambleas de los centros y de las zonas. Ello está permitiendo crear una fuerte organización en las zonas y en los institutos. Aunque este proceso asambleario es difícil de compaginar con las dinámicas sindicales de todo tipo, lo que hace muy compleja la gestión del movimiento. Pero el malestar docente no se ha quedado en el ámbito privado o de las salas de profesores, sino que ha tomado cuerpo, se ha transformado en acción y en organización y ha salido a la calle. Tiene más valor este hecho en un contexto de dura crisis económica e inseguridad laboral y social, y de avance político-electoral arrollador de la derecha neoliberal más dura.
PRIMEROS RESULTADOS
Además del valor de la unidad y de la lucha ampliamente seguida, se han ido consiguiendo algunos resultados:
la recuperación de la tutoría colectiva en muchos centros como hora lectiva, algo fundamental para que haya educación (y no sólo enseñanza) de calidad, aunque quizá personas alejadas de la docencia o que reniegan de la acción tutorial pueden menospreciarla;
El desatasco de la situación de miles de funcionarios en expectativa y la contratación del orden de 800 profesores/as interinos, aunque haya jornadas incompletas y abusos;
la elevación sustancial de los complementos a tutores, etc. respecto a lo que ofrecían hace un año;
la corrección, por la denuncia, de la adjudicación de afines descabelladas, gracias al coraje de compañeros/as que han sacado a la opinión pública su situación;
el debate social sobre la importancia y la responsabilidad social y laboral de la función docente; tiene un gran valor que se hable de educación en los centros, en los medios y en la calle y que consigamos el apoyo de una buena parte dela sociedad civil;
la recuperación del orgullo de ser profesor en un colectivo históricamente maltratado a pesar de las campañas que demagógicamente hablan de su reconocimiento;
el mensaje claro a la administración educativa de que los recortes no les van a salir gratis; estamos resistiendo a las políticas de recorte como ningún otro colectivo ha hecho, conscientes de que la falta de respuesta, conduciría de manera segura a futuras y más graves agresiones.
MENTIRAS Y REPRESIÓN
Prueba de que lo hemos estado haciendo bien es la prepotencia y el nerviosismo de la presidenta Aguirre y de la consejería de Educación. Primero, porque cuando se quedaron sin argumentos adoptaron el discurso político de la mentira. Pensaban que con un micrófono delante, el apoyo de los medios de desinformación masiva a su servicio y con la propina del complemento a tutores, TIC y jefes de departamento, iban a machacarnos utilizando demagógicamente la jornada y las vacaciones del profesorado, para generar agravio comparativo con el resto de trabajadores en tiempos de crisis.
Pero no ha sido así. Ni la táctica del insulto ni las peores armas de la retórica romana, como la isinuatio, le han servido a Aguirre. Cuando dijo que solo trabajábamos 20 horas, equivalía a aquello de yo no digo que sean unos vagos, pero nos lo estaba llamando en la cara y en los medios de comunicación. Que tuviera que rectificar, dada la soberbia del personaje, indica que fuimos capaces de explicar y convencer a buena parte de la opinión pública.
Después, como no pudieron desprestigiar como querían al profesorado y se quedaron sin argumentos, pasaron a negar la realidad. La única respuesta a todo era que los demás mentían. Que se perdían 3000 empleos de profesorado interino, respondían que era falso, aunque los datos y las matemáticas fueran irrebatibles. Que se estaban dando afines descabelladas, lo negaban, hasta que empezaban a dar la cara profesoras/es en la prensa explicando su caso. Que se les acusaba de no sentarse a negociar las instrucciones, respondían que ya habían convocado a la mesa de representantes, aunque sólo fuera para los complementos.
Por último, cuando se vieron desbordadas, recurrieron a la represión y a la intoxicación. Los mismos directores han denunciado algo que muchos profesores sabemos: llamadas a los centros intimidatorias, la presión para prohibir la celebración de asambleas con familias y encuentros de la comunidad educativa, órdenes ilegales (nunca por escrito)de quitar pancartas e informaciones de las páginas web de los centros, o para obligar a profesores a firmar voluntariamente afines imposibles. Lo último, la apertura de expedientes a algún director y docente por su implicación en la lucha contra las instrucciones.
El episodio de las camisetas sería esperpéntico (recuerda al final de Amanece que no es poco, cuando la guardia civil se lía a tiros con el sol por salir cada mañana), si no fuera porque ha logrado desviar la atención del conflicto de la educación y por lo que tiene de caza de brujas. Es evidente la fobia que están desarrollando nuestras autoridades al verde, aunque ello no la impida a la presidenta ir al green, en vez de sentarse a negociar, mientras arde la enseñanza pública. Intentar criminalizar a todo aquel que porte una camiseta verde que contenga un texto con un derecho humano y constitucional como la Escuela pública de tod@s y para tod@s, no pasaba ni en el franquismo. Es totalmente tramposo levantar sospechas, insidias e insinuaciones por algo que se ha convertido en un símbolo de la defensa de la enseñanza pública, sin ningún ánimo de lucro, siempre al servicio de una buena causa y por ello, como decidimos en Vallecas, sin copyrigth. Los que se escandalizan porque se extienda la marea verde de las camisetas, son precisamente quienes deterioran la educación pública para privatizarla y generar oportunidades de negocio económico, además del ideológico, desde algunos grupos religiosos de carácter sectario.
En fin, que estamos ante una peligrosa combinación de mentiras, represión e intransigencia que profundiza la degradación política y la miseria moral de los responsables de esta estrategia.
AGENDA OCULTA
Hasta ahora lo estábamos haciendo bien y el conflicto continúa abierto hasta las elecciones generales, siendo éste un momento importante para poner en valor nuestras reivindicaciones. Veamos. Mariano Rajoy está haciendo un esfuerzo por presentarse a las elecciones generales del 20-N con un perfil moderado para no provocar rechazos y la movilización de la oposición. Su estrategia es ganarlas con mayoría absoluta sin desvelar los aspectos más duros de la política que realizará una vez en la Moncloa. De ahí que el programa electoral intentará ser lo más genérico posible para no asustar a buena parte del electorado. La argumentación que apunta es que practicará una política de austeridad y de ahorro, pero sin tocar el estado de bienestar, por cierto, muy débil en España.
Pero desde algunas importantes autonomías controladas por el PP le están marcando la hoja de ruta. Así, Madrid, Castilla La Mancha, Galicia, etc. están aplicando una política de recortes en un sector tan estratégico y de futuro como la educación pública. El objetivo final: ir desmantelando la pública en beneficio de la privada. Porque esos recortes no son otra cosa que el trasvase de recursos de una a otra red. Y ha encontrado la contundente respuesta del profesorado madrileño de los institutos de secundaria, con las huelgas y manifestaciones más masivas conocidas en décadas y el apoyo de las familias y el alumnado. Movilización que supone el rechazo social de una regresión en el modelo educativo que no venía en ningún programa electoral.
Por ello, no es de recibo la ambigüedad calculada de concurrir a las elecciones con un programa ligthy y que después del 20-N nos encontráramos con un gran ajuste neoliberal. Para deteriorar aún más el mercado laboral, privatizar todo lo privatizable, adelgazar las administraciones públicas y aumentar la regresividad fiscal, desmantelando servicios públicos como la sanidad y la educación. ¿La agenda oculta de Rajoy tras el 20-N es generalizar las políticas de Aguirre y Cospedal? Da miedo. Pero los ciudadanos tienen derecho a saber para votar en consecuencia.
Durante la campaña electoral no se suspenden derechos y libertades fundamentales como la manifestación y la huelga. Y es la ocasión para colocar en medio del debate político, que hay que presumir bastante tedioso, la situación y el futuro de la educación pública en España. Y ésta es nuestra baza para demostrar, desde la calle, que no es cierto el falaz discurso político que intenta negar el ataque al Estado de Bienestar.
EL RIESGO DE QUE LA DIVISIÓN CRISTALICE
Pero ha habido dos fechas en las que el proceso sostenido de lucha ha tenido una inflexión: las asambleas del 7 y del 12 de octubre. Nos puede estar empezando a pasar que se abran grietas en el movimiento, que debilite nuestro fuerte pulso con la consejería de educación, el nivel de la protesta y su mantenimiento en el tiempo. ¿Qué está sucediendo?
El 29 de septiembre se celebró una Asamblea regional de representantes en el local de CCOO de Lope de Vega, en la que por fin se aceptó una propuesta, que desde Vallecas veníamos planteando, de constituir una mesa mixta de sindicatos (en este caso CCOO) y de representantes. Discurrió con un buen clima de debate, trabajo y conclusiones, votadas por los representantes de los representantes de las zonas, los sindicatos presentes, la plataforma de interinos y el sindicato de estudiantes. Una de ellas fue someter una consulta a los centros sobre la continuidad de la huelga a partir de un cuestionario que, desde mi punto de vista, no recogía todas las posibilidades existentes en la realidad.
Asamblea de representantes de zona y centros el 7 de octubre en el local del MAFOREM. En ésta la situación cambió radicalmente. Asistieron unas doscientas personas y prácticamente todas las zonas. Se volvió a constituir una mesa mixta con tres representantes de CCOO, sindicato convocante y tres representantes de las zonas. Intervinieron las zonas para informar de cómo había ido la huelga de los días 4 y 5 de octubre, el resultado de la consulta al profesorado sobre cómo continuar las movilizaciones y propuestas.
En paralelo se iban publicando los datos de los centros sobre la consulta en una pantalla. Los resultados finales computados fueron: Profesores que integran los claustros que participan: 7.504, de ellos votan 4.521. Los resultados son: a favor de secundar las huelgas: 3.213, en contra 1.194. De los partidarios de continuar con huelgas, están por la huelga de tres días todas las semanas (3-3-3-3): 360. Por la huelga tres días en semanas alternas (3-0-3-0): 172. Por la huelga dos días todas las semanas (2-2-2-2): 271. Por la huelga dos días en semanas alternas (2-0-2-0): 1752. El censo de profesores en secundaria es de unos 21.000. Apenas había datos de primaria e infantil. El porcentaje de profesores que está por la huelga de dos días en semanas alternas es de un 23%, respecto al total de los claustros que participan en la consulta, y llegaría al 34% si sumamos todas las modalidades de huelga de las cuatro opciones. Otro dato a tener en cuenta es que participan 172 centros (la mayoría de secundaria, pero también algunos CEIP), con lo que más del 50% de los centros de secundaria no participan. Es evidente que los resultados hay que leerlos e interpretarlos para hacer las cosas de la mejor manera.
Alguna zona como Vallecas llevamos una propuesta desde nuestra asamblea:
A partir de que en la consulta la opción mayoritaria es la de dos días por semana en semanas alternas, se propone a) huelga el 19 y 20 de toda la educación pública no universitaria, con dos comentarios: en Primaria e Infantil se ve mejor que empiecen con un día de huelga; y llevar la propuesta a la reunión de la Intersindical y si no fuera posible el acuerdo y para evitar que se rompiera la unidad plantear una segunda alternativa: b) el 19 de Octubre, jornadas de lucha generalizada en los IES, asambleas con familias y alumnado, y medidas del tipo de huelga la japonesa para cargarnos de razón ante el resto de la comunidad educativa y la opinión pública; el 20 de Octubre huelga de toda la educación pública no universitaria y gran manifestación por la tarde; el 22 de octubre: Manifestación Estatal por la Educación Pública; y dos días de huelga en la primera semana de noviembre para cumplir la voluntad de los centros que se han pronunciado por el 2-0-2-0.
Tras las intervenciones de las zonas, al final el debate se situaba en dos planteamientos: a) si había que salir con el acuerdo de huelga en el formato 2-0-2-0; b) si había que interpretar los datos y prever qué hacer en caso de que no hubiera unidad de acción sindical, deberes que llevábamos hechos los de Vallecas para evitar la ruptura. En medio de un mal ambiente, de hablar a voces y generando un clima de tensión, se impuso que no se votaba nada, que era suficiente lo recogido por las encuestas y que la asamblea no tenía nada que decir; paradójicamente esta posición la mantenían algunos de los más asamblearios. Con ello, se delegaba toda la responsabilidad a CCOO de convencer al resto de sindicatos de la propuesta de los dos días de huelga para el 19 y 20-O (en una misión prácticamente imposible) o tener que decidir si mantenía la unidad sindical o se sujetaba a la posición reflejada por el profesorado que había participado en la encuesta.
Asamblea del 12-O en el IES Emperatriz María de Austria. Convocada desde algunos representantes, bastantes profesores que se representaban a sí mismos, sindicatos de los llamados minoritarios y entes como Soy Pública, que hacía un llamamiento, para animar a la asistencia a todo el mundo, como este: “los sindicatos subvencionados nos venden una vez más, reacciona”, todo un ejemplo de intolerancia. En esta asamblea se acuerda ir a la huelga el 19 y 20-O, para confrontarse con la convocatoria del otro sector (huelga del 20-O).
Acudió un sector del profesorado comprometido con las movilizaciones. Pero otros de los asistentes eran los mismos que desde este verano defendían posiciones muy discutibles como huelga el 1 y 2 de septiembre (aunque no diera tiempo a reunirse con el profesorado y nos dividiera al colectivo el qué hacer con los alumnos de 2º de bachillerato y de selectividad), la huelga el 14 de septiembre (aunque no hubiera apenas alumnos y profesorado en los centros), huelga indefinida (con lo que hubiéramos acabado la lucha en poco más de una semana, previsiblemente derrotados), o convocar a infantil y a primaria desde el principio aunque no hubiera condiciones todavía. Siempre tirando de la cuerda aunque, sin tener en cuenta las diferencias de ritmo entre los centros y las asambleas, y sin importarles si el movimiento se escindía desde el principio. Siempre cuestionando la representatividad que los sindicatos han obtenido en las urnas hace menos de un año.
Haciendo un poco de recordatorio, ya desde alguno de estos ámbitos se calificaba la asamblea de los 2.000 profesores del 31 de agosto, de asamblea nefasta, y se venía trabajando para crear una coordinadora del profesorado o asamblea horizontal, con reuniones en Puerta de Toledo, en el Retiro, en Sol, en un instituto de Moratalaz… Con llamamientos salpicados siempre de insultos (sindicatos vendidos y traidores, empresas…) y la previsible consecuencia de acabar dividiendo al movimiento. A veces he sentido vergüenza como cuando un profesor intentó explicar las dificultades económicas personales para secundar la huelga y algunos exaltados le abuchearon.
Es rechazable el clima de intimidación y la estrategia de insultar a los sindicatos, olvidándose de la derecha, como si el enemigo fueran sectores del propio profesorado, y el objetivo no tanto ganar la lucha sino desprestigiar a otros sindicatos para crear una plataforma sindical nueva o captar algunos afiliados. Como pequeño detalle en el acta de la asamblea del 12-O (punto 4.5.6) se hace un llamamiento a romper los carnets de los sindicatos. Otras veces se invita a manifestarse ante sus sedes. Bien podrían llamar a los afiliados del PP a que no les voten o se desafilien. Pero no. Se trata más bien de enfrentar a una parte del movimiento del profesorado con otra y con los sindicatos. Sectarismos de unos y mala práctica sindical se dan de la mano. A partir de aquí, si continúa la división, las posibilidades de éxito de la lucha caen en picado.
INTENTAR RESTABLECER LA CONFIANZA
A mí me parecen legítimas casi todas las posiciones y estrategias siempre que sean respetuosas, busquen ganar la lucha por la enseñanza pública, sin otros intereses espurios; y busquen sumar y no restar. Pero esto no siempre se ha producido. Si antes he hablado del bucle sectario, también hay otras responsabilidades. Los sindicatos de la mesa sectorial no han querido ceder o compartir protagonismo con otros sindicatos y con el movimiento del profesorado. Me parece un error. No han respetado siempre los acuerdos de las asambleas del profesorado y suelen hacer algo que sienta fatal al colectivo: anunciar decisiones sobre la movilización en pleno períodos de consulta. Han empezado a tener miedo a las asambleas abiertas del profesorado y representantes de las zonas. Tampoco dan la cara suficientemente ante las asambleas sus máximos dirigentes para explicar cuál es su posición y los límites que impone la unidad de acción sindical. El liderazgo, si es que se puede hablar de este concepto, no lo dan los datos electorales ni los galones sino la credibilidad, es decir, la capacidad de aportación y de estar con la gente en cada momento y situación concreta.
Es evidente la desconfianza de la mayoría de los sindicatos hacia las asambleas, especialmente de algunos de estos. También la desconfianza de una parte importante del profesorado hacia los sindicatos, y eso es un problema serio, porque sienta las bases continuamente de una escisión del movimiento.
Si fuéramos capaces de hablar entre nosotros, de escucharnos, de buscar los mínimos que nos permiten ir juntos, podríamos recuperar la unidad y asegurar el respeto. Algo absolutamente imprescindible si queremos ganar esta batalla. Ello pasaría por intentar establecer un clima de confianza mutua, algo que algunos venimos defendiendo desde el comienzo del proceso. Pero los hechos demuestran la dificultad y apuntan que se puede avanzar en sentido contrario.
Entiendo que son absolutamente necesarias dos patas en el movimiento de los docentes públicos no universitarios: la representación del profesorado de los centros y de las zonas y los sindicatos de enseñanza. De todos los sindicatos, empezando por aquellos que convocan las movilizaciones, estén o no en la mesa sectorial, así como de los que tienen un perfil conservador, porque evitan que el conflicto se convierta sólo en un pulso entre la izquierda y el gobierno Aguirre.
Sólo se me ocurre para salir de esta situación de división del movimiento del profesorado, lo que sigue:
Exigir a todos los sindicatos y a los representantes del profesorado el restablecimiento de la unidad a la máxima urgencia. Con convocatorias de asambleas unitarias dirigidas de forma mixta.
Protagonismo de los centros educativos: asambleas y claustros a la hora de tomar decisiones que nos afecten a todos, organizando las consultas que sean necesarias y estableciendo el compromiso de someterse a los resultados si son democráticos y representativos.
Reforzamiento de la estructura de asambleas de zonas y localidad como pivote básico de la organización del profesorado.
Mantener la movilización y la salida a la calle durante la campaña electoral y después de ésta. Es bueno tener una referencia de lucha para inmediatamente después de las elecciones generales, que envíe un mensaje a la nueva mayoría política de que la movilización en defensa de lo público va a continuar en cualquier circunstancia.
Compromiso de respeto hacia todas las personas y organizaciones y hacia las posiciones que se mantengan
Consulta vinculante a todo el profesorado sobre lo que se pudiera pactar, si hubiera negociación.
Todavía tenemos una posibilidad de enderezar la situación, convocando asambleas unitarias desde los sindicatos (al menos desde CCOO), pactando un calendario de lucha para Noviembre con manifestaciones de sábado convocadas por la federación de AMPAS y las Plataformas por la Escuela Pública y sindicatos que quieran; con huelga, por ejemplo, en la tercera semana de noviembre, donde se incorporen otros sectores educativos como las universidades. Vamos a necesitar en esos momentos todas las fuerzas. No es el tiempo de jugar a los maniqueísmos de buenos y malos. Muchos profesores están afiliados a los sindicatos y no se puede prescindir de ellos. El profesorado no nos merecemos acabar esta lucha con el siniestro juego de quién tiene la culpa de un fracaso de la lucha. Tampoco que se acabe el conflicto por agotamiento. Hay que pensar a corto y a largo plazo y dirigir el proceso entre todos.
La capacidad de presión para restablecer la unidad y continuar la movilización con garantías debe de partir de una posición muy clara que debería de emanar de todas las zonas y centros: los profesores nos deberíamos negar a ir a más huelgas si éstas no son unitarias, ya que queman el movimiento y nos llevan a una derrota segura. Cuando el cansancio empieza a aparecer, hay que reforzar la unidad y animar a los compañeros/as, nunca dividirnos.
LOS RETOS PENDIENTES
A nadie se le escapa la intransigencia del gobierno de la comunidad de Madrid y que estos ataques a la educación pública no son nada improvisados. Hay que recordar que hace casi dos años Lucía Figar declaraba falsamente que 5.000 docentes faltaban cada día a su trabajo (ESCUELA, 3 de diciembre de 2009), acusando al profesorado de un absentismo del 10%. ¿No es exactamente la cifra de profesores que se han planteado recortar entre los dos últimos cursos? La dureza del PP y el contexto político favorable que tienen hace más difícil la solución favorable a los intereses de la enseñanza pública.
La posibilidad de ganar este conflicto radica en la conjunción de varios factores. Algunos ya conseguidos, aunque hay que seguir trabajándolos porque están en riesgo, como la unidad del profesorado y el apoyo del resto de la comunidad educativa (familias y alumnado). Ello obliga a seguir reuniéndonos con las familias para explicarles la situación del conflicto y realizando acciones tipo huelga a la japonesa para ayudar al alumnado a organizarse el estudio durante las huelgas para que cumplan con su responsabilidad de estudiantes y aminoren los perjuicios académicos. Hay que tener en cuenta que nuestra clientela en los IES públicos son los hijos de las familias obreras y de clase media progresista, que son las que nos apoyan, pero que no afecta a los hijos de los que bendicen este desmantelamiento de la enseñanza pública, que son clientes de la privada y concertada. Que el conflicto sea social y no sólo laboral ayudaría a su resolución positiva.
Pero también hay otros retos a conseguir para ganar esta batalla y vamos un poco lentos para conseguirlos:
La incorporación de Primaria e Infantil a la lucha, con sus propias reivindicaciones concretas en una plataforma integral de defensa de la escuela pública. No se les podía llamar a la huelga, y esperar que la secunden, bajo la bandera genérica de defensa de lo público. Han empezado muy bien con un50% de participación en la huelga del 20-0, pero hay que seguir haciendo un gran trabajo organizativo en el que nos debemos de volcar todo el profesorado y las diferentes organizaciones sindicales.
Dar a la lucha una dimensión estatal. La manifestación del 22 de octubre, así como los paros que ha empezado a haber en algunas comunidades (Galicia, Castilla La Mancha, Navarra…) van en esa línea. Son las federaciones sindicales estatales las que deberían intensificar y generalizar esa convergencia. De lo contrario nos irán recortando en rajas como el salchichón y las posibilidades de victoria disminuirán.
Las Universidades deberían de entrar en el conflicto. Las consecuencias de la aplicación de Bolonia, el recorte de fondos de los gobiernos autonómicos a las universidades públicas, y el proyecto de real decreto que ha anunciado el gobierno en tiempo de descuento y que puede suponer una transformación del sistema universitario español.
van en esa línea neoliberal de privatizar la enseñanza universitaria pública de calidad, para que cada vez sea más cara y prohibitiva para el alumnado de origen más popular y colocarla al servicio de las grandes empresas. Ya se han empezado a convocar asambleas, huelgas y encierros en algunas universidades. Aquí es clave el papel de los estudiantes.
Lo del 19-O demuestra cómo no se deben de hacer las cosas. Yo he hecho huelga el 19 y 20-O, aunque considero que ha sido un error la convocatoria de ese día, ya que nos ha dividido y era más que previsible su fracaso. Y la he hecho por los compañeros/as y amigos que participan en ella, porque se creen honestamente esta lucha. Pero que nadie apunte mi huelga a beneficio de inventario del sectarismo.
Los convocantes del 19-O están obligados a hacer un balance riguroso público, sin enmascararlo con la huelga de estudiantes, y sacar conclusiones sobre las grandes diferencias entre el 19-0 (desgraciadamente, con muy bajo seguimiento) y el 20-O (70% de participación). No sé si serán capaces o seguirán alimentando la división y la confrontación con convocatorias separadas, que se proponen desde asambleas donde vota todo el mundo por igual, independientemente de que representen a una toda una zona, a un centro o a sí mismo. En este caso, además de contraer una grave responsabilidad, como la realidad es un argumento irrebatible aunque se cierren los ojos, pueden acabar en la irrelevancia.
He intentado animar sobre el éxito de nuestra movilización, valorar los primeros resultados, analizar de la forma más clara que soy capaz la situación y los peligros que corremos en estos momentos. Quiero ser optimista y aunque no se me escapa que se avecinan tiempos oscuros, tiene que ser infinita nuestra pasión por la luz, que diría El Quijote. La lucha por una educación pública de calidad tiene que seguir siendo un compromiso permanente y como sucede en la historia cuando las cosas se ponen feas, una obligación moral.
* Agustín Moreno es profesor de Secundaria de Vallecas.