"Los acontecimientos recientes señalan el primer auténtico renacer del mundo árabe desde la derrota de 1967."
No puede permanecer mucho más porque los militares han declarado que no dispararán a su propio pueblo, lo que excluye la opción de la plaza de Tiananmen. Si los generales (que han sostenido a lo largo de mucho tiempo a este régimen) faltaran a su palabra, podrían dividir al ejército y preparar el terreno para la guerra civil. Nadie quiere eso por ahora, ni incluso los israelíes a quienes gustaría que sus amigos estadounidenses mantuvieran a su hombre clave en el Cairo tanto tiempo como fuera posible. Pero ello también es imposible.
Así que ¿llegará Mubarak a este fin de semana o al próximo? Washington quiere una "transición ordenada", pero las manos de Suleiman el Fantasma (o el Señor de la Tortura como algunas de sus víctimas lo llaman), el vicepresidente que han obligado a aceptar a Mubarak, están también manchadas de sangre. Reemplazar un torturador por otro ya no es aceptable. Las masas egipcias quieren un cambio total del régimen, no una operación al estilo de Paquistán en donde un civil sinvergüenza reemplaza a un dictador uniformado y no cambia nada.
La infección tunecina se ha expandido mucho más rápidamente de lo que nadie imaginaba. Después de un largo letargo inducido por derrotas (militares, políticas, morales) la nación árabe está despertando. Túnez impactó inmediatamente en la vecina Argelia y el estado de ánimo cruzó entonces a través del Jordán y llegó al Cairo una semana después. Estamos siendo testigos de una ola de levantamientos nacional-democráticos, que recuerdan más las agitaciones de 1848 –contra el Zar y Emperador y aquellos que colaboraron con él− que barrieron Europa y fueron los presagios de posteriores turbulencias. Éste es el 1848 árabe. El Zar-Emperador de hoy es el presidente de la Casa Blanca. Eso es lo que diferencia a estas proto-revoluciones de los asuntos de 1989: eso y el hecho de que, con pocas excepciones, las masas no se movilizaron ellas mismas en el mismo grado. Los europeos del este se doblegaron a los occidentales, viendo en ello un futuro feliz y entonaron "Tomadnos, tomadnos, ya somos vuestros".
Las masas árabes quieren romper con el horrible abrazo. Los EEUU-Unión Europea han dado su apoyo a dictadores de los que [las masas árabes] quieren desembarazarse. Son revueltas contra el universo de la miseria permanente: una elite enceguecida por su propia riqueza, corrupción, desempleo masivo, tortura y subyugación a Occidente. El redescubrimiento de la solidaridad árabe contra las dictaduras repelentes y a los que las sustentan es un nuevo punto de inflexión en el Oriente Medio. Se trata de la renovación de la memoria histórica de la nación árabe que fue brutalmente destruida poco después de la guerra de 1967. En este aspecto, el contraste no puede ser más vivo. Gamal Abdel Nasser, a pesar de sus muchas debilidades y errores, vio la derrota de 1967 como algo por lo que tuvo que admitir su responsabilidad. Dimitió. Más de un millón de egipcios se echaron al corazón de El Cairo para pedir que se quedase en el poder. Y cambió de opinión. Murió en el cargo pocos años después, con el corazón roto y sin dinero. Sus sucesores entregaron el país a Washington y Tel Aviv por un plato de lentejas.
Los sucesos del último mes señalan el primer auténtico renacer del mundo árabe desde la derrota de 1967. Todos los veletas siempre alertan para no estar nunca en el lado equivocado de la historia y evitar siempre toda experiencia de derrota, pero fueron sorprendidos por estos levantamientos. Olvidaron que las revueltas y las revoluciones, formadas por circunstancias reales, suceden cuando las masas, las multitudes, la ciudadanía –llamémosle como queramos− deciden que la vida es tan insoportable que no será soportada mucho más. Para esta gente, una infancia pobre y la injusticia resultan tan naturales como una patada en la cabeza recibida en la calle o un interrogatorio brutal en la cárcel. Han experimentado todo eso, pero cuando las mismas condiciones están aún presentes y ahora ya son adultos, entonces el miedo a la muerte retrocede. Cuando esta etapa se alcanza, una sola chispa puede encender un fuego en la pradera. En este caso, literalmente, como la tragedia del puestero en Túnez que se prendió fuego demuestra.
Estamos al principio del cambio. Las masas árabes no han sido arrolladas por la fuerza esta vez y no sucumbirán. ¿Qué ofrecerán los que reemplacen a los déspotas de Túnez y El Cairo a su pueblo? La democracia por sí sola no puede alimentarlos o darles empleo…
Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Su último libro publicado es The Protocols of the Elders of Sodom: And Other Essays, publicado por Verso de Londres.
Extraído de SIN PERMISO http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3921
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