lunes, 29 de marzo de 2010

¿ES LA REFORMA DE LOS SEGUROS SANITARIOS EN EE.UU MEJOR QUE NADA?

Muchos que apoyaban la reforma sanitaria en EEUU celebran la aprobación de ésta con el argumento de que algo –no importa cuán errado en lo fundamental— es mejor que nada.

Yo creo que cualquier legislación que obliga a la gente, contra su voluntad, a realizar pagos al sector finanzas, seguros y/o bienes raíces es un error: no hay que darle mucho pensamiento para prever el tipo de problemas que eso irá generando.

Hay muy poco en la ley que exija a las aseguradoras sanitarias pagar realmente por el suministro de cualesquier servicio adicional, y el grueso de las pequeñas mejoras en este asunto no entrará en vigor hasta 2014 0 2018 (la prohibición de que las aseguradoras puedan rechazar la cobertura de personas con enfermedades previas, por ejemplo, tardará en aplicarse seis meses, en tanto que la obligación de que algunas empresas ofrezcan cobertura a sus empleados no entrará en vigor hasta el 2014.). Léase la letra pequeña. Los actuales proveedores de seguros no están obligados por las nuevas exigencias legales, sólo los que aseguren a partir de ahora.

Es verdad: hay más que gente que tendrá seguro sanitario. La iniciativa amplía los subsidios a familias pobres para la compra de un seguro, para lo cual incrementará los impuestos. Pero, ¿tendrán realmente más asistencia cubierta? Se les embestirá con deducciones, copagos, limitaciones anuales (por varios años más), exclusiones, expensas extraodinarias, dineros adelantables del propio bolsillo… Con eso se conseguirá que la asistencia sanitaria resulte demasiado cara como para que puedan llegar a beneficiarse de su nuevo seguro.
Habrá revueltas de los no asegurados a los que les repatea la obligación de asegurarse.
El problema viene a reducirse a esto: es una locura tratar de hacer funcionar la asistencia sanitaria mediante seguros sanitarios suministrados por empresas privadas orientadas al beneficio. Si lo pretendido eran mejoras incrementales para la asistencia sanitaria, hay infinitas combinaciones de modestos cambios en las políticas públicas que no pasan en absoluto por involucrar a las compañías aseguradoras.
Sólo se beneficia a las aseguradoras privadas. Se obliga a 50 millones de personas a pagar a compañías privadas. Las aseguradoras sanitarias estaban perdiendo primas porque los empresarios se desentendían cada vez más de la cobertura; los individuos sanos se desentendían, porque ningún cálculo razonable podía llevarles a la conclusión de que estar asegurado valía lo que las compañías pedían. Las aseguradoras estaban aterrorizadas: estaban perdiendo a sus clientes más sanos, se veían obligados a incrementar sus cuotas, lo que, a su vez, contribuía a la salida de más gente sana; un círculo vicioso. Así que se dirigieron a Hillary Clinton y luego a Obama para lograr una LRASS que obligara a los sanos a volver al redil y pagar las primas. Las aseguradoras tendrían que admitir a alguna gente enferma, se prohíbe que las aseguradoras nieguen cobertura a quienes se enfermen o padezcan de condiciones médicas pre-existentes. Pero darle a esa gente un seguro no es lo mismo pagar su asistencia. De manera que las aseguradoras aceptaron la admisión de gente con historiales previos de enfermedad, pero en ningún caso pagar realmente el tratamiento de esas enfermedades. Y no lo harán.
No se puede contratarse un seguro frente a un daño preexistente, y sólo lo haríais, si pudierais ocultárselo a la aseguradora (lo cual, como es harto sabido, recibe el nombre de fraude). Si estás enfermo nadie pensaría siquiera en la posibilidad de un seguro: una aseguradora no puede vender un seguro contra diabetes a una persona que tiene diabetes; ni el diabético querrá contratar ese seguro; ni el grupo que paga primas de seguro lo querrá como miembro.
Así que lo que hacemos es juntar a la gente que tienes diabetes con gente que no la tiene y que muy probablemente no la tendrá nunca, y entonces tenemos a los sanos que subsidian a los enfermos. Eso no es un seguro; es una manera particularmente cara de quitar dinero a los sanos para dárselo a los enfermos. Pero para el conjunto agregado siempre es un mal negocio, porque tenemos que pagar los costes de contratar la aseguradora más los beneficios de ésta.
Y, ni que decir tiene, el grueso del asistencia sanitaria que recibe el grueso de nosotros es necesaria. Necesitamos pediatría. Hay embarazadas. Hay viejos. Necesitamos limpieza dental… No hay nada de azar en todo eso. Son riesgos no asegurables.
No necesitamos más seguros sanitarios. Necesitamos menos. Necesitamos suministro de servicios sanitarios; y necesitamos salir de las garras de Wall Street.
Traducción para http://www.sinpermiso,info/: Ramona Sedeño. Enlace: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3210
Randall Wray es uno de los analista económicos más respetados de los EEUU. Colabora con el proyecto newdeal 2.0 y escribe regularmente en la revista New Economic Perspectives.

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